En la boca del lobo...

No sabía qué hacía allí, no sabía por qué se había decidido por ir a ese lugar... Pero realmente sentía en el fondo de su angelical corazón que alguien lo necesitaba... Y no porque tuviese heridas físicas, después de todo esas podían sanarse con atención médica, sino porque sentía un alma tambaleante, un alma que trataba de resurgir reflejándose a sí misma... Un alma que pedía a gritos que la aconsejasen y que la guiasen. Y eso era lo que él iba a hacer. Ésa era su debilidad: no le importaba que fuese un demonio, un vampiro o un ángel caído... Si necesitaba su ayuda no se veía capaz de hacer oídos sordos...
Llegó al parque donde, a pesar de escasos, había varios vampiros paseando, ya fuese con sus perros, solos o acompañados por sus correspondientes parejas. Se sentó en uno de los bancos, esperando. Deseaba que su instinto no fallase en esa ocasión, que realmente pasase por ahí la persona que lo necesitaba...

Caminó cabizbajo por aquella ciudad, se subió la capucha ocultando su rostro. Sentía como por su lado paseaban algunos vampiros.. jovenes.. qué tendrían? cien años? jm.. apenas unos crios.. tan diferentes a su familia.. tan perturbados y perdidos en nimiedades... Suspiró, ¿qué era aquel mundo? No se había relacionado con nada del exterior a sus dominios, de hecho apenas salia de su palacio.. de todos modos su ciudad era tan diferente...
Se detuvo bajo una farola mirando la luz.. ¿qué... estoy haciendo aqui..? se preguntó sintiendo un pálpito a su lado, giró la cabeza para observar a un hombre en un banco, quedandose clavado observandolo, aquella presencia...

De repente sintió un escalofrío, como cuando sientes que alguien te mira y no sabes desde donde... Pero él sí que sabía quién lo estaba mirando con tanta atención: alguien acababa de situarse a escasos metros de él, mirándolo dijamente bajo la capucha que ocultaba su rostro a los ojos de los demás... Un vampiro, de eso estaba seguro; ningún ser se atrevería a adentrarse en su ciudad... Excepto él claro, que estaba lo suficientemente loco como para arriesgarse por ayudar a alguien... Y sin saber cómo ni por qué, supo que ese alguien era quien estaba ante él, sin quitarle la vista de encima. Lo miró también con atención, bajo su capucha azul clara que tanto llamaba la atención en esa ciudad.

-Siéntate...-le dijo tenuemente, aunque de todos modos sabía que lo podía escuchar perfectamente... Era una voz angelical, como todo él, suave, aterciopelada... Parecía que te acariciase con sus palabras, y al mismo tiempo sonaba como los cantos de los pájaros al amanecer.

Aguardó inmovil unos momentos bajo la amarillenta luz de la farola que ensombrencía sus rasgos, observando a aquel ser.. sin duda un ángel... dedujo por su voz además de por su aspecto, y uno un tanto aventurero por lo que parecía, dado que para muchos habría sido un suicidio su presencia allí. Se acercó con un paso lento y elegante hasta el banco, sacando sus manos de los bolsillos para sentarse a su lado, se retiró la capucha dejandola caer, mostrando sus rasgos norteños, hermosos a la par que diferentes, delatando su ascendencia extrangera, al igual que la nobleza en estos que dejaba ver a un experto observador que no era uno de esos "recién nacidos" alocados.
- Buenas noches.. ángel..- susurró con elegancia, dejando que su profunda voz surgiera de forma penetrante, con la autoridad concedida por los años, pero sin ser imponente. Suave, melosa, hechizante, peligrosa...

-Necesitas mi ayuda-dijo Gabriel yendo directo al grano. No podía permitirse estar demasiado tiempo allí, o sin duda todos los vampiros se le lanzaría al cuello para matarlo desangrado. Además, no tenía sentido que se andase con rodeos, y menos con un vampiro de noble cuna. Seguramente tendría cosas mejores que hacer que hablar con un ángel, y no le iba a robar demasiado tiempo. Se quuitó la clara capucha que cubría su rostro y lo miró fijamente-. Has estado encerrado demasiado tiempo, y ahora que quieres salir de tu armadura no sabes cómo hacerlo ni que decisiones tomar... Te comprendo, vampiro, aunque te resulte complicado aceptar que un ser como yo entienda a un chupasangres como tú. Me necesitas.

Tras escucharlo cerró los ojos pacientemente, reflexionando sobre lo que aquel ser le había dicho. Mientras guardaba silencio sintió como uno de los vampiros que caminaban miró al hermoso ángel con gula... Abrió los ojos de golpe retrayendo su labio superior en una clara advertencia... y no hizo falta más, su dominio al igual que su presencia hacían que el pobre neonato se asfixiase psicológicamente bajo su presión. Dio un par de pasos vacilantes antes de dar media vuelta y partir, solo un loco se habria enfrentado en aquella desventaja... la presencia de la sangre era algo evidente.
Los cerró un segundo para despues girar la cabeza mirando al ángel.
- Tienes razón.. llevo demasiado tiempo perdido en mis propias sombras... y no dudaria de una presencia como la tuya.. - susurró consciente de que lo oiria, puesto que su percepción se habia agudizado, y desde luego aquel ser no era uno más dde aquellos con los que se había juntado..- ¿serás capaz de alumbrar mis tinieblas...? - preguntó manteniendo su tono confidencial clavando su mirada en sus ojos.

-Iluminé las sombras cuando sólo había oscuridad, de la mano de mi dios... Podré iluminar tu alma, vampiro, puedo sacar cada sentimiento que haya en ti, colocar una bombilla en cada rincón de tu subconsciente... Soy un ángel, y como tal he nacido para ver el alma de las personas en una mirada...-lo miró aún más penetrantemente-. En una caricia...-elevó su pálida y delicada mano hasta la mejilla del otro, acariciándola con un suave roce, que casi parecía terciopelo-. La cuestión es que realmente quieras ver la luz, o que me dejes ayudarte a mí, un ángel, un enemigo. Ese es el primer paso que debes dar: comprender que poco importa la apariencia.

Cerró sus ojos al sentir su caricia estirando un poco la comisura de sus labios en una suave media sonrisa. Los abrió para mirarlo de nuevo.
- No me supone problema alguno que seas un ángel.. he vivido el tiempo suficiente para ver cosas... he sufrido en carne propia conflictos y enfrentamientos.. he reflexionado largas noches sobre ello...- suspiró- un vampiro como otro cualquiera no estaría hablando contigo no crees..? - le dedico una suave sonrisa algo cansada- Lo único que quiero es el bien para mi familia.. pero me he desvivido entre intrigas, siendo un espectador del mundo.. he jugado bien mis cartas.. pero ahora quiero descubrirme a mi mismo..-suspiró mirando la farola, escuchando el vibrante sonido de la electricidad- Quier.. ver la luz por mi mismo... no las hogueras marcadas por la tradición y la codicia... necesito pasar mi bautismo de fuego...- volvió a mirar al ángel- no soy como los otros...al menos no del todo...- le advirtió con una media sonrisa- puedes llamarme.. Conde.. todos me conocen asi... - susurró dando su apodo, al rededor del cual circulaban tantos rumores e historias fantásticas, algunas inventadas.. otra no.

-Yo te ayudaré, vampiro... Con mi apoyo podrás ver la luz que tanto anhelas encontrar. Pero tienes que tener fe en mí. Sé que es casi imposible que un vampiro la tenga, seas raro o no, pero por lo menos espero que lo intentes-le dijo suavemente mientras se quitaba el resto de la capa, dejando a la vista su blanca túnica con adornos plateados, y el medallón que lo señalaba como señor de los ángeles-. Y respecto a lo de... "Conde"... Prefiero que me des tu nombre real, un apodo solamente consigues esconder un poco más a tu verdadero yo. Lo importante no es cómo te llamen los demás, sino cómo te llamas en realidad. El nombre marca origen.

Lo miró fijamente tensando un poco su mandibula con cierto disgusto por sus palabras, se fijó en su medallón.
- Christophe... encantado Gabriel.. - comentó reclinandose en el respaldo del banco para mirar al frente suya- preferiría que no me prejuzgases por favor.. no me es dificil confiar en tí.. eres un ángel, si aprovechases la situación sería algo impropio que arrebataría el valor a tu esencia angelical... No te juzgo por tu raza.. no lo hagas tu conmigo.. - susurró cruzando sus brazos sobre su pecho

-No te preocupes, no te juzgo por tu raza...-le dijo suavemente-. Después de todo... En el fondo todos tenemos un corazón...-tomó su mano derecha y la colocó encima de su pecho, donde latía su corazón-. Y contemplamos el mismo cielo-alzó la mirada hacia la noche, mirando las estrellas que los contemplaban impasibles-. Eres especial, es cierto, si no no podría haber hecho nada por ti. Gracias a tu singularidad puedes salvarte.

Cerró los ojos dejando que sus palabras inundasen sus oidos. Retiró su mano con suavidad del pecho para dejarla descansar en su propia pierna sin hacer ningún comentario.
- Salvarme... -susurró- ... he hecho cosas horribles... he atentado contra la vida.. la decencia.. la moderación.. contra tu Dios... - abrió sus ojos que refulgían como metal líquido- no se si busco.. la salvación.. o un castigo. Mis pecados no se pueden expiar sin una condena Gabriel... - Susurró cerrando los ojos de nuevo con fuerza para enterrar el rostro en sus manos. Se sentía tan cansado...

-Todo el mundo puede salvarse, Christophe... Mi Dios es justo, necesario, pero también compasivo... Él no hace distinciones entre razas, él comprende y escucha como yo lo estoy haciendo contigo ahora... Sólo tienes que ver la luz, tienes que hacer más bien que el mal que ya has causado...-le dijo esbozando una sonrisa dulce, comprensiva y tierna-. Por eso te ayudaré, me encargaré de limpiar tu alma y de conducirte por el buen camino...

- Soy.. un parásito... un parásito que tiene que alimentarse de la vida de otros para conservar la propia... - musitó mientras sus manos se crispaban aferrandose a su propio cabello- ¿por qué...? ¿por qué Gabriel? Si tu Dios nos hizo a todos... si nos hizo a su imagen y semejanza... Por qué vosotros, ángeles, podéis gozar de la luz.. mientras yo tengo que pudrirme en las más oscuras tinieblas... por qué a mi me obliga a matar para vivir...? y lo que es peor... por qué me hace sentir ese placer cuando lo hago...? si tú supieses ángel... - suspiro sin alzar su vista - No quiero perderme... pero se que no puedo cortar todos mis placeres...

-Puedo hacer por ti más de lo que piensas, Chris-le dijo suavemente acariciándole la mejilla con delicadeza-. Bebe mi sangre, a partir de ahora no tomes otra, y tal vez algún día puedas ver la luz del sol...-le dijo exponiendo su cuello al vampiro-. Tómala, no importa que sientas placer con ello, no me importa... Los humanos también matan plantas y animales para poder alimentarse, incluso los angeles a veces matamo, y aunque sea por un buen fin, eso no quita que sea un asesinato. ¿Entiendes? Todo tiene sentido, tiene que seguir una cadena, y si la cadena se rompe, todo se acabaría.

Alzó su fatigado rostro al ángel.. se habría negado... pero.. había acudido para ayudarlo.. y no haría aquello sin razón.
- Seré lo más respetuoso posible... - comentó a modo de agradecimiento antes de volverse para inclinarse sobre el ángel, apoyando sus manos en el banco rodeándolo para inclinar su boca sobre su cuello, llevando su mano izquierda al lado contrario posandola suavemente en una caricia. Apoyó sus labios regalándole un cálido beso, sintiendo la sangre divina palpitar bajo su piel, cerró los ojos aspirando su aroma sensualmente, costumbre que le daba una información de lo que iba a ocurrir, además de que ayudaba a la víctima a sumirse en un leve trance que aislaba del dolor. Suspiró sobre su piel, posando sus labios entreabiertos, dejando que su lengua pasase entre estos lamiendo la zona de forma circular, antes de dejar que sus afilados colmillos creciesen un poco antes de perforar suavemente su piel, comenzando a succionar su sangre sin permitir que ni un hilo se derramase, mientras su mano se habia deslizado hasta su nuca masajeandola levemente para nublar el dolor que podria producirle.
Era dificil controlarse, pero aguardó sus perversiones vampíricas a un lado, y tras un tiempo se seraró para lamer la herida haciendo que cicatrizase con rapidez, dejando dos infimas marcas en su cuello, apoyó su frente en el hombro del ángel jadeando por el esfuerzo que le supuso hacerlo de aquella manera, agotado.. pero se sentia bien.

Sintió una punzada de dolor al principio, pero las caricias tranquilizantes del vampiro lo ayudaron a tolerarlo. Sintió cómo la sangre escapaba de sus venas poco a poco, no demasiada, sabía que Christophe se estaba conteniendo en ese aspecto y en muchos, a decir verdad. Agradeció su consideración, su amabilidad... Realmente quería ayudarle, ya no como deber de ángel, sino de corazón. Ese vampiro era distinto de los demás.
Cuando se separó de su cuello, le acarició la espalda suavemente, dejando que descansase un poco sobre su hombro.

-Podrás tomarla siempre que lo necesites, Chris... Sólo tendrás que llamarme y ahí me tendrás para entregártela en persona...-le dijo sonriéndole.

Sintió como su respiración se tranquilazaba poco a poco, relajandose ayudado por las suaves caricias del ángel. Asintió levemente al escucharlo girando su cabeza levemente para dedicarle una suave sonrisa en su demacrado rostro por la fatiga, sin embargo, sus ojos brillaban dorados en todo su esplendor.

- Gracias Gabriel... me has salvado... - susurró suavemente, tomando una de sus manos para llevarala lentamente a sus labios dejando en ella un casto beso como el pecador al santo besa. Intentó incorporar su cabeza de su hombro, pero esta volvió a caer en él. - Disculpa.. en unos momentos.. estare bien.. - musitó terminando de recuperarse- luchar contra.. los propios instintos... destruye parte de ti... - susurró girando su cuerpo para dejarlo caer semi inerte en el respaldo, sin embargo la cercanía del ángel lo reconfortaba.

-No me importa que te apoyes en mí, ¿sabes? Estoy acostumbrado a que la gente busque en mi reposo, consuelo y un lugar para descansar-le dijo con esa sonrisa que lo caracterizaba, dulce y comprensiva. Lo cogió por la mano y lo levantó del banco, dirigéndose a la parte de césped que quedaba tras este y tumbándose en él, arrastrando consigo al vampiro-. No creo que tengamos prisa, la noche aún es muy larga para ti, que has vivido muchas en soledad... Y los días, cuando te recoges a tu sueño, es como si pensases que toda tu vida no tiene sentido, que siempre haces las mismas cosas y que nada va a cambiar nunca... Comprendo esa sensación... La he vivido muchas veces y he acabado superándola, como harás tú dentro de poco...

Se dejó llevar por el ser para después recostarse en su pecho, pasando uno de sus brazos por su pecho incoscientemente en un abrazo, quizá buscando aquella paz que le daba su contacto. Cerró los ojos sonriendo mientras dejaba que sus dulces palabras atendiesen su oido calmando su mente.
- Cada noche.. me asaltan las mismas preguntas... cada noche acaban sin respustas.. Quiero olvidarme de la sed... del dolor... de mis demonios interiores... - suspiró acomodándose en su cálido pecho- ¿cómo lo haces..? contigo todo.. está en paz... - susurró sonriendo suavemente.

-Yo soy la paz, Chris... Y quiero llevar una parte de mí a todo el mundo, quiero hacerlos felices, conducirlos a la alegría que en estos momentos les falta... Sé que hablar de eso en una guerra como en la que estamos sumidos, es como una utopía, incluso Dios está convencido de que no funcionará, de que no lo lograré... Pero yo insistiré hasta que lo consiga, y entonces todo el mundo se sentirá como tú te sientes ahora, acogido con sus familias, parejas, amigos... Sin importar la raza o cómo sean externamente...

Asintió levemente abriendo los ojos para mirarlo levemente.
- Yo... creo en la paz... Siempre he mantenido mi familia al margen... negociando para mantener un equilibrio.. no importaba la raza de quien fuese el otro bando, yo... odio la guerra... estoy harto de ella.. - estrechó su mano sobre la camisa del ángel suavemente- Dios no creerá en ti.. pero yo si lo hago... Se que no es mucho, pero... la paz solo será imposible en el momento que se deje de creer en ella, y me has demostrado que si hay alguien que pueda dar paz al tormento y la desesperación eres tú Gabriel... - susurró suavemente.

-Ojalá todos los vampiros fuese como tú, y comprendiesen lo que trato de inculcar a este mundo... Pero ellos hacen oídos sordos a mis palabras, y van por su cuenta creando destrucción... Creo que después de lo demonios son los seres que mas daños causan...-comentó tristemente-. Yo trato de hacerles entrar en razón, pero nunca se tomarían en serio las palabras de un ángel... Y eso me causa dolor, me encantaría ser como tú piensas y poder traer lo que me pides, pero realmente es difícil si los demás no colaboran con el propósito... Y a pesar de ello yo seguiré hasta que muera el último ser en este mundo con fe en mí... En la paz...

Se alzó sobre sus manos manteniendose tras un leve temblor al principio, pero necesitaba ver sus ojos.
- La paz no se consigue con la guerra.. no luches.. solo.. solo podemos intentar que se quite la venda de tantos ojos que se niegan a ver... Muchos no lo conseguiran... El camino de la paz es igual al de la guerra...es una senda de dolor y sangre.. pero ambos son propios... eso las diferencia... ¿estamos dispuestos a asumir las heridas que inflingiriamos en otro cuerpo?.. Gabriel.. el peso del mundo se sustenta sobre tu espalda.. es cierto... pero... no estás solo.. - estrechó una de sus manos contra su pecho- no soy más que una sombra... pero puedo guiarte en los momentos que no veas la luz... ser tu lazarillo.. ese empuje para seguir... - suspiró- Gabriel... hay tanto que ganar.. no abandones.. nunca abandones.. eres la Esperanza de este mundo.. lo poco que queda a mucho como razón para continuar viviendo entre tantas tinieblas... No te apagues... porque la oscuridad es un lobo... un depredador que se acabará devorando a si mismo... entonces el mundo resurgira de sus cenizas en pleno explendor... Tu Dios destruyó su creación una vez.. por eso no podemos temer que ocurra de nuevo.. porque somos el reflejo de que después volverá la vida...-
Volvio a recostarse cansando en su pecho- Ten fe Gabriel... yo la tengo en ti... - susurró quedamente.

-No es fácil sostenerse y tener la paciencia necesaria para soportar durante tantos eones la negación de los seres hacia la paz. Nunca ha habido una paz completa, siempre hay seres que deciden tomar el poder de la mano y arrasar con él de la forma más horrible. Pero se les puede detener, podemos frenarles los pies y avanzar aunque sea un pequeño paso más en la conquista de nuestro objetivo...-le dijo suavemente-. La misma paz que ahora tenemos tú y yo, la tendrán los demás... No te preocupes. Siempre que haya alguien que crea en mí no caeré, no me rendiré. La esperanza es mi alimento y los deseos felices mi agua.