Descanso. -Libre-

Solo una momentánea parada antes de continuar su viaje. Hasta ahora, nunca se había planteado la idea de que podía explorar más allá de lo que ya conocía. Su pequeña casita en la copa de un árbol siempre fue la alegría y comodidad de su vida. Pero las circunstancias se dieron vuelta por un motivo extraño, por algo que él nunca esperaría. Parecía que el destino estaba echando las cartas en el asunto pues de su cálido y seguro hogar, le incitó de alguna forma a salir de éste para conocer algo más que la monotonía de la cual estaba acostumbrado.

Con una sonrisa dulce y a pasos silenciosos, su ser llegó hasta aquel precioso lago. Un sitio oculto y bien preservado de naturaleza. El lugar ideal para descansar unos momentos.

Su cuerpo se inclinó frente al sitio para probar un poco de aquella agua. Estaba sediento, y sentía algo de hambre. Aunque en primera estancia prefirió llenar su ser con aquel preciado líquido, sintiendo como poco a poco su cuerpo revivía como una flor seca a la cual se le hecha agua en el momento preciso. Sus manos delicadas posaban sobre la hierba mientras como un animalito absorbía delicados sorbos de aquel líquido. Sus alitas se cerraban por instantes y se abrían con suavidad atentas a cualquier sonido cercano. Aunque de momento solamente oía el viento y algunos pocos pajarillos a lo lejos.
La tarde comenzaba a caer, pero no era signo de preocupación; Por más que no sea de su agrado la noche, no podía huir de esta.

El malnacido de Darm se le había escapado nuevamente, ese animal era incontrolable, no había manera de que le hiciera caso, aunque le hacía gracia aquello, de otra forma ya lo habría controlado por la fuerza, pero al ser parte de él, se estaría auto limitando y eso era algo que no se permitiría ni a el mismo.

-El lago... perfecto... donde se habrá metido este perro...-

Hablaba para sí como si eso le ayudara a calmarse un poco, estaba aburrido de buscarle, su esencia era notoria, pero el animal era rápido... y lo peor de todo, inteligente, si no quería ser encontrado, no sería encontrado.

----- En otro sitio del lago ----

Darm caminaba siguiendo el dulce aroma de alguna de las criaturas que habitaban la tierra rara vez su dueño le dejaba salir, así que al más mínimo descuido simplemente se escapaba. Al parecer percibió con perfección de donde emanaba el aroma, un Silfo que sin cuidado bebía del lago.

Se acercó ala criatura y cuando estuvo muy cerca comenzó a mostrarle lo dientes, los cuales eran más grandes que losmismos dedos del delicado chico, y que en tamaño facilmente lo triplicaba

Bebía tranquilamente pues en él nunca había apuro. Su cuerpo ya casi se sentía como nuevo, solo que ahora necesitaría algunas flores de las cuales alimentarse. No era necesario dentro de todo, pues con un buen descanso su ser estaría como nuevo.

Seguía bebiendo por unos momentos más, pero un sonido extraño alarmó sus pequeñas alitas que tenía por orejas. Estas se abrieron ligeramente justo antes de que elevara y ladeara su rostro hacia aquel soni--.... " ¿Ah? " Parpadeó al ver... ¿Qué era eso? Se veía extraño, grandote y oscuro. La imagen en sí le perturbaba, pero el Silfo no captaba el peligro que la criatura emanaba de su interior; por eso mismo sonrió como chiquillo, observando curioso aquellos filosos dientes que se mostraban con lujo frente suyo.
Su delicada mano se alzo sin medir las consecuencias a tocar el hocico del animal, acariciándole sin temor alguno, transmitiendo una extraña serenidad en su tacto. Sin duda un cosa enorme y 'bonita' a sus ojos. Bueno, al menos ahora que no le estaba devorando lo era. Pero Aheen era incapaz de poder ver las intenciones del 'perro', por lo mismo le trataba con total naturalidad.

El inmenso perro sólo escondió los dientes ante el movimiento del Silfo, la verdad es que su táctica de ferocidad era para inmovilizar a sus victimas y que estas no pudieran correr, pero esa criatura no lo había hecho, así que simplemente se acercó un poco más, hasta llegar a lamerle el rostro casi con ternura. Pero eso distaba mucho de serlo, ese animal había nacido de la parte mas lujuriosa del demonio... y como tal, su único instinto era el placer.

---- Más cerca de aquel lugar ----

Samyaza al fin divisa a su mascota... pero no se acerca, por el contrario esconde por completo su presencia y observa desde lejos lo que estaba sucediendo... vio la hermosa figura de un silfo, realmente un hermoso espécimen, pero lamentablemente su perro lo había elegido como presa, sí que al menos se quedaría a ver el espectáculo.

Faltaban tan sólo segundos para que Darm se lanzara encima del chico... y lo violara majestuosamente.

Entreabrió los labios al ver que guardaba sus dientes de un momento a otro. ¿Sería como una sonrisa del animal? Curioso parpadeó seguidamente por unos instantes hasta que notó como se acercaba a él. En un movimiento de reflejo el silfo endereza el cuerpo y le observa perplejo, pero es la lamida lo que termina por agradarle provocandole una dulce y melodiosa risilla, y sonríe nuevamente, encantado por lo que hace aquella criatura, creyendo que el agrado es mutuo, aunque ignora completamente que aquello no es más que un signo nocivo para él.

Aun así le acaricia como si fuera la criatura más linda que haya visto hasta el momento. Le toca con suavidad, bajo su hocico y sobre su cabeza entre las orejas. Si bien es oscuro el tacto es agradable. Sus alitas muestran aun más el gesto curioso que invade su ser, se abren despacito manteniéndose normales de momento.

" Naa... ru..." Susurró cerrando los ojitos.

Darm continuó lamiendo el rostro de la criatura, al parecer era dulce ya que continuaba haciéndolo como si de un dulce se tratara, bajando ahora por su cuello y empujándolo hasta hacerle quedar recostado en el suelo, abajo de él.

Samyaza observaba, no era nada nuevo que su perro fuera pro ahí buscando cosas placenteras, era lo que era, un esclavo del placer, una pobre criatura que no sabía por que ni como hacía lo que hacía, su único fin era sentir placer, aveces pensaba que era incluso más despiadado que él mismo.

Vio como el can ahora comenzaba a lamer el cuerpo del silfo haciendo que las escasas ropas que levaba incluso se fueran rompiendo cuando pasaba su pesada y áspera lengua.

Que desperdicio de belleza...

Fue el pensamiento del demonio al dar por hecho que no quedaría nada de esa criatura cuando su perro acabara de violarlo...

Para el silfo aquello no era nada más que una especie de gesto amable del animal, una forma de demostrar su agrado, ya que por su parte no hacía mucho; solamente le acariciaba aceptando sus lenguetazos recorriendo sus mejillas, bajando por su cuello, algo que le comenzaba a dar cosquillas, aunque no esperaba que fuera a empujarle hacia tras, quedando expuesto a la criatura de un momento a otro.

Sus ojos se abrieron con ligera sorpresa, pero continuó riendo con suavidad pues lo unico que le provocaba eran cosquillas, a pesar de que cada vez que bajaba más, sus ropas cedían al paso de aquella extraña lengua, terminando rasgadas de un momento a otro. Aun así no era algo que preocupara al silfo pues no sentía ni conocía el pudor.
Lo unico, cerró las piernas pues se sintió algo ¿incómodo? teniendo a la 'bestia' entre ellas; y de un instante a otro buscó colocarse sentado nuevamente, pero el peso del animal era mucho. Sus pesadas patas le hacían doler un poco, inclusive le lastimaban... No era algo muy lindo de sentir, por lo mismo, buscó acariciarle para que le dejara por lo menos acomodarse nuevamente, creyendo que era 'manso' a su tacto.

Samyaza pudo ver como la inocente criatura del bosque ya empezaba a defender su cuerpo en forma inconsciente, cerrando al menos sus piernas, bien merecido se lo tenían por poco pudorosas, si hubiese tenido más cuidado seguramente habría evitado lo que estaba a punto de pasarle.

Supuso que tendría que darle una ayudadita a su can, sino, el juguete no le duraría mucho así que con su mente hizo que el chico girara quedando boca a bajo, luego moviendo su mano levemente hacia arriba logró que las caderas del mismo comenzara a levantar.

En ese momento Darm no tardó en alejarse un poco para comenzar a lamer el trasero de la criatura, haciendo primero que nada de su ropa quedara cubriendo la suave piel

De un momento a otro su cuerpo se vio boca abajo alzando sus caderas como si se le ofreciera al animal de alguna forma. ¿Pero qué...? Perplejo parpadeó por lo sucedido, tratando de mover su cuerpo extrañado por la situación.
De ser un encuentro agradable aquello comenzaba a mostrarse cada vez más extraño, en especial por que sentía la húmeda y áspera lengua de la criatura lamiendo su zona trasera con lentitud, haciéndole estremecer por la sensación. Bueno, su -no-pudor- acabó por ser echado a la basura cuando aquel animal hacía aquello. Un sonrojo decoró sus mejillas y gimió aturdido, no de placer, sino de la única forma que su voz se expresaba.

Ladeó el rostro hacia aquel can, tratando de mover su mano izquierda para evitar que continuase con aquello que hacia. Su rostro se mostraba atónito por lo que sucedía ¡Por qué le hacía eso! No comprendía, en especial por que tampoco podía moverse, muy a pesar de que su cuerpo no estaba sostenido por el animal en sí.

Darm lamía ahora con fuerza entre las nalgas de la criatura que ahora se encontraba inmovilizada, lista para ser ultrajada por el animal. Su lengua áspera pasaba por afuera de la rosada piel de su entrada, la que poco a poco iba tomando un color más y más rojo, debido al roce, incluso algunos vasos comenzaban a romperse, mostrando el rojo de la sangre que no alcanzaba brotar.

Samyaza decidió al fin acercarse, se sentó en el suelo quedando de frente al silfo

-Eres virgen... se huele.-

Miraba al chico con clara diversión en los ojos, que vacíos como eran se clavaban en los de la criatura ahora sometida por el can

Y aquellas lamidas producían suaves gemidos del silfo, por el roce que le causaba ligero daño y por la sensación que estremecía su cuerpo puro, un cuerpo que nunca experimentó semejante tacto, y mucho menos en una zona tan sensible como aquella. Su mano delicada se movía inutilmente hacia el hocico del can, buscando apartarle. No, no le agradaba, pero lo que más le desesperaba era no poder moverse. De poder hacerlo hubiera hecho algo más para que aquello no estuviera sucediendo.

De un momento a otro cerró los ojos con fuerza, ya estaba lastimandole ante tanta lamida... Pero en cuanto abrió los ojos observó una figura frente suyo, un ser que desconocía qué era pero que le hablaba. Su mano fue en dirección suya, estirándose con necesidad como si le pidiera ayuda...

" A...!" Su rostro se mostraba confundido, pero más que nada era el nerviosismo que mostraba en él. No comprendía lo que le sucedía, ni qué hacia el sujeto allí. Por mero instinto se estiró hacia él esperando que le ayudase, chillando con su vocecita suave como el mismísimo cántico de las aves, o quizás más dulce.

Se acomodó más cerca de el rostro del silfo y liberó su miembro frente a su rostro, tomando luego su cabeza y al tiempo que le obligaba a abrir la boca, le empujó para meterle al interior su excitado ser.

-Eso es... ahora sí será divertido.- Le dijo al tiempo que empujaba desde la nuca al silfo para obtener mayor profundidad.

Darm por su parte dejó de lamer el ano para acomodarse encima, pero del lugar donde se supone que estaban sus genitales, no salió el miembro del can, sino tres especies de culebras que parecían tener vida propia. Una de ella, de manera abrupta se introdujo en el inmaculado agujero, empujando las paredes y haciéndose espacio mientras desgarraba el interior.

Cuando se acercó un poco más, creyó que su pedido de 'auxilio' sería tomado; sin embargo de un momento a otro nota como le toma de la cabeza, y de un movimiento brusco le obliga abrir su boca para... " Ngh! " Cerró los ojos con fuerza al verse engullendo semejante 'cosa', sintiendo arcadas por unos segundos junto antes de que algo penetrara su interior directamente, provocando un gemir ahogado de dolor y unos hilillos de sangre al verse violado por aquello que no podía ver.

De sus ojos brotaron varias lágrimas, pero no podía llorar, o al menos no se le oía más que unos sonidos curiosos. En un esfuerzo buscó quitar la mano que le incitaba a la fuerza tragar aquel miembro duro, pero era inútil. La mano ajena era dos veces más grande que la suya, una mano frágil que se quebraría con un simple movimiento y fuerza bruta.
Pero el dolor aumentó más cuando el can terminó por acomodarse encima suyo. Su delicado cuerpo tenía que soportar no solo su peso, sino sus garras rasgando su tersa piel, abriéndole varias heridas que no tardaron en sangrar.

La garganta del silfo se cerraba alrededor del miembro de Samyaza, ejerciendo una fricción exquisita y casi dolorosa. El demonio no borraba su sonrisa maldita del rostro mientras miraba como las culebras jugaban con el silfo y su can rasgaba esa pálida y hermosa piel.

Una de las extensiones se resbaló hasta el miembro dormido del chico, envolviéndolo y apretándolo un poco para luego soltarlo y volver a apretarlo, mientras la otra seguía haciéndose espacio al interior, la tercera comenzó a intentar entrar en la ya invadida entrada, separando más el anillo del ano del silfo.

-Pobre criatura...-

Le dijo con la voz cargada de lascivia empujando más adentro su miembro en la boca del chico, sin importarle incluso si llegaba a romperlo, era lo suficientemente pequeño para servirle incluso muerto

En su mente no cabía la posibilidad de comprender lo que le estaba sucediendo. En mucho tiempo nunca sintió ni estuvo cerca algo que estuviese parecido al dolor, tanto interno como externo. Su alma era feliz, pero siempre le faltó algo qué conocer. Era aquello lo que le impulsó a salirse, pero quizás había sido una muy mala elección. Ahora pagaba las consecuencias de su imprudencia, pero nadie le advirtió, ni tampoco se llegó a predecir que en el camino se cruzaría con unos seres semejantes que le hacían un daño terrible a su delicado cuerpo.

" ¡¡¡Ngh!!! " Sus ojos se mantenían cerrados con fuerza, llorando constantemente mientras que sentía que se partía literalmente en dos, más aun cuando algo más intentaba ingresar en su mancillada entrada la cual parecía no poder dilatarse más de lo que ya estaba, por lo mismo a penas y entraba un poco la punta de aquella 'culebra'.

Por otro lado sus ojos se abrieron de par en par cuando el ser con forma semejante a la suya empujaba aun más su miembro dentro de su húmeda cavidad, yendo más allá de su campanilla. Algo que le provocó arcadas fuertes, pero más que aquello sintió que el aire le comenzaba a faltar pues se ahogaba prácticamente con aquella carne dentro de su boca y su garganta.

Su manito nuevamente intentó apartarle, pero a penas y llegaba a rozarle con sus suaves dedos.